[SORPRENDENTE] Pensó que Max ya no la quería, pero acabó salvándole la vida! (VÍDEO)


No hay duda quien es el rey de la casa en la residencia de Maureen Burns… Max su pequeño perro merece la corona y te vamos a contar por qué



Maureen Burns, una señora de 64 años vive con su pequeño Max en casa hace muchos años. La relación siempre fue la mejor y el pequeño vivía en los brazos de su madre humana pidiendo caricias y más caricias.

Pero un día de repente todo eso cambió. El comenzó a rechazarla, también se sentaba a su lado y acercaba su cara a la boca de Maureen y la olfateaba gruñendo como si algo de lo que olfateaba lo ponía de muy mal humor.


De repente, un día él se acercó y tocó con su pata, el seno derecho de Maureen empujándolo. Ella no prestó mucha atención, porque mientras lo hacía, le gruñía y ella estaba preocupada del mal humor que Max tenía y sentía un poco de miedo que la fuera a morder.

Pero la segunda y tercera vez que el hizo lo mismo, ella supo en su interior que algo andaba mal con ese seno…


Ella, que se había “olvidado” de hacer el auto-examen de mama por algún tiempo, decidió hacerle caso a Max y luego de la tercera vez que el insistió gruñendo sobre su pecho, ella fue al baño y se examinó.

Efectivamente encontró un pequeño bulto en su pecho. Miró a Max y no podía creer que el supiera mas que ella lo que había dentro de su cuerpo. Procuró no ponerse nerviosa y fue al hospital para pedir una mamografía.


El bulto no aparecía en el estudio, los médicos le dijeron que no se preocupara, pero ella confiaba en el instinto de Max e insistió con los médicos para que le hicieran una biopsia

Y efectivamente Max tenía toda la razón de estar de tan mal humor… su mamá tenía en el cuerpo uno de los cánceres de mama más agresivos, que de no haber sido detectado en el estado que lo fue, habría acabado con la vida de su madre humana en pocos meses.


Maureen pasó por 2 cirugías para retirar el tumor y luego una radioterapia para eliminar las células cancerosas que se hubieran diseminado por el cuerpo, a pesar de la detección tan temprana del tumor.

Ella está convencida que no estaría hoy aquí, sino fuera por el mal humor que le dio a Max olfatear su cáncer.


Al principio pensé que solo estaba poniéndose viejo y rezongón, que ya no quería jugar y sus ojos estaban tristes. Llegué a pensar que él podía estar enfermo. El me olfateaba el aliento una y otra vez, inclusive llegué a preguntarle a mi marido si es que tenía aliento y me dijo que no, por lo que más extrañada yo estaba” dijo Maureen.



Max también empezó a empujarme el pecho y luego se alejaba. Me empujaba el pecho, gruñía y se alejaba, hasta que logró que yo me encontrara el tumor. Max me miraba con tanta tristeza y rabia cuando me empujaba el seno, típico de quien sabe que un ser querido esta en graves problemas y yo supe que él me estaba diciendo que yo tenía algo malo


Maureen cuando estuvo en el hospital y que la mamografía no le dio nada, le dijo a la enfermera que la ayudara a convencer a los médicos, porque ella sabía que tenía algo “yo le dije a la enfermera que mi perro me lo había dicho y creí que se reiría, pero ella me dijo al oído que ya ha sabido de otros animales que lo habían hecho y que me ayudaría a lograr mi biopsia con los doctores”

Luego de todo, y principalmente del diagnóstico temprano que se hizo gracias a Max, hoy Maureen tiene un pronóstico excelente de su salud.


De vuelta a casa me recibió el viejo Max. Su mal humor se fue de inmediato, ya no buscaba mi boca para olfatearme, ya no me gruñía, ya no tenía la mirada triste, movía la cola y saltaba” dijo

Lo más sorprendente es que Max es un perro de raza “Terbal” (terreno baldío – es decir un puro perro), que jamás fue entrenado para detectar absolutamente nada, tal como muchos si lo son y son adjudicados como perros de terapia o de asistencia de salud de sus humanos.

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Claire Guest, quien se dedica justamente a entrenar animales para la detección de enfermedades en los humanos dice “Esto es sorprendente para nosotros, sobre todo porque Max jamás fue instruido para nada de esto. Sabemos de animales que tienen una facilidad para identificar melanomas y otros tipos de cáncer, pero nunca de uno que sin recibir siquiera una guía, lo hiciera por su propia iniciativa. Es algo fantástico!

La persistencia de Max le salvó la vida a Maureen y nos muestra cómo ellos son sensibles y especiales y cuanto son capaces de darnos, sin siquiera nosotros saberlo, además del amor incondicional que todos ellos dan a raudales sin pedir nada a cambio jamás.

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