Las autoridades de Indonesia han procedido a la quema pública de varios tigres de Sumatra disecados, objetos de marfil y otros “trofeos” ligados al tráfico de vida salvaje, en un intento más de demostrar que el gobierno emprendió una estrategia contra la caza ilegal y toda la industria que se mueve en su entorno.

Los animales y objetos que fueron quemados en Banda Acheh un día después de haber sido confiscados por los responsables del Ministerio de Selvas de Indonesia y la Agencia de Conservación de Naturaleza local.

Las imágenes por estas horas recorren el mundo y, según las autoridades de Indonesia, podrán ayudar en el combate al tráfico ilegal de animales, que mueve alrededor de 17 mil millones de Euros por año globalmente.

Todos los años, 40 millones de animales son muertos para engordar los lucros de la industria de pieles, trofeos y “medicina tradicional”.

De los 10 animales quemados el pasado Martes, seis eran tigres de Sumatra. Restan en el mundo apenas 400 ejemplares de ésta especie, por lo que todo atentado contra su vida, es un crimen doblemente grave ya que se trata de una especie en extinción.

A pesar de todo esto y de lo valorable que son éstas demostraciones públicas de la lucha contra el tráfico de especies, las multas en Indonesia son de apenas 5 años de prisión y una multa de 9,000 Euros apenas.

Ésta iniciativa se suma a la de Kenia hace pocas semanas, donde fueron quemadas 105 toneladas de marfil incautado para quitar el incentivo de los traficantes en el “negocio” pero mientras tanto los países no cataloguen éstos delitos ambientales con la severidad necesaria, igualando las penas a las del tráfico de armas y estupefacientes, el negocio de millones se estimula por sí mismo.

Los que comandan todas estas mafias, son siempre los mismos y siempre quedan impunes, yendo a la cárcel los chivos expiatorios de turno que forman parte de éste criminal negocio, pero que no son los que se benefician ampliamente de él.

Otras personas son colocadas para hacer el trabajo de los que la justicia encarceló y todo sigue adelante… pero si los gobiernos se tomaran los delitos contra el medio ambiente, con la severidad que lo hacen contra el tráfico de armas y drogas, yendo hasta los niveles más altos de las organizaciones intentando encarcelar al verdadero responsable, allí las cosas podrían cambiar.

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