La amada Tara, una perra de terapia estaba en un pequeño ataúd junto a ella había dos muñecos de peluche, una pelota de béisbol, un pequeño pedazo de sándwich de mantequilla de maní y una rosa amarilla.
Tara tuvo un funeral especial en la Capilla Schoedinger en Columbos, Ohio. Ella una labrador de 13 años de edad, falleció por complicaciones de la parálisis laríngea, una condición que hace que los perros que asfixian.
Este noble ser pasó varios años de su vida trabajando como un perro de terapia de luto en la Funeraria y Crematorio Schoedinger, consolando a las personas que habían perdido a un ser querido.
Según Mike Schoedinger, presidente de la funeraria, Tara sabía cuando alguien necesitaba consuelo.
Él dijo a The Columbus Dispatch: "Vi gente acariciar su pelaje y sentirse mejor al estar con ella. Su compañía constante e inquebrantable proporcionó consuelo para tantos. Ella nos enseñó el amor incondicional."
Roberta Knauf, responsable de Tara, sabía que le encantaba trabajar. Le encantaba ponerse el chaleco de perro de terapia, y levantarse cada mañana.
Según el obituario la pasión y debilidad por las pelotas de juego impidieron que Tara pudiera trabajar como un perro de servicio para personas con problemas de movilidad. Pero esta vez, esta debilidad se celebró con una canasta llena de pelotas de tenis que se colocó en la entrada de la capilla, con un cartel que decía "Tara amaba sus pelotas. En memoria de ella, por favor lleve una a casa."
Cerca de 25 personas y cuatro perros asistieron al servicio de velatorio en la capilla para decir adiós a esta perra cariñosa, como ocurre con una perdida, en la capilla se podía escuchar los sollozos y las lágrimas de los seres humanos que la amaban, así como los leves gemidos de los perros.
"En toda mi vida, nunca pensé que estaría haciendo un elogio para un perro, pero Tara era más que un perro para mí y probablemente para cada uno de ustedes", dijo Mike, durante el servicio. "Ella nos enseñó mucho sobre el apoyo a los afligidos. Ella ayudó a iluminar un ambiente lúgubre, mientras llevaba paz a las personas durante un momento de dolor."
El legado de Tara seguirá vivo en otra perra llamada Willow, y seguirá siendo una perra de terapia en la Funeraria Scheodinger.
Hasta fuera del trabajo, este ángel canino siguió proporcionando consuelo, incluso hasta su momento final, dice Roberta.
"En el último momento, recuerdo a ella poniendo su cabeza en mi regazo y me mirándome como si me estuviera consolando". Finalizó.
Descansa en paz, querida Tara. Nos vemos al otro lado del Puente del Arco Iris.
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