Un hombre bueno de verdad, y por su ejemplo de vida lo hace un hombre digno de admiración. Todo el que lo conoció una vez decir que irradia una dulzura especial, serenidad y bondad.

Existen personas que iluminan al mundo con su humanidad. Ellos aunque pocos no se preocupan por los medios de comunicación, de la apariencia, de lo que los otros tienen, de la fama y la popularidad. Viven su vida con modestia, pero todos alaban su vida digna. Uno de esos hombres había nacido en 1914. en un pequeño pueblo cerca de Sofía Bajlovo en Bulgaria. Su nombre es Dobri Dobrev. Como vemos en las Imágenes, en la que un anciano que se parece a un niño mendigo que besa su mano. Muchos lo vieron, pero probablemente no se preguntan quién es este pobre viejo. Van a pensar, sin hogar. Borracho. Pero es todo lo contrario.

Dobri Dobrev es un vagabundo que perdió gran parte de su capacidad auditiva en el período de la Segunda Guerra Mundial, recorre cada día unos 25 kilómetros a pie, para trasladarse desde su aldea hasta la capital Sofía, donde se pasa el día mendigando por dinero.

Vistiendo la ropa y zapatos que él mismo se encarga de confeccionar, dedica gran parte de la jornada en recaudar limosnas. Y a menudo expresa plegarias en la iglesia como forma de agradecimiento a todas las personas que día a día se acercan a colaborar.

Este hombre; muy conocido en su pueblo, ha quedado en boca de todos cuando hace poco tiempo, se descubrió que “pedía dinero con una misión en mente, y esa misión la cumplió”.

Llegando a recaudar unos 40 mil euros, donó hasta el último centavo para colaborar con la restauración de los monasterios e iglesias de Bulgaria y para contribuir a pagar las facturas de agua y luz de los orfanatos.