[ANGEL GUARDIAN] Antxoa, la perra que le dado una nueva vida al niño Markel



No solo nos dan amor, también nos cuidan y hasta salvan nuestras vidas. Conoce ésta emotiva historia!

Antxoa, es una perra especialmente adiestrada para asistir a las personas con problemas de movilidad, apenas lleva unas semanas en casa de Markel y ya le ha cambiado la vida. Sufrir la enfermedad de la piel de mariposa, la epidermolisis bullosa, significa llevar las manos vendadas, someterse a un sinfín de operaciones para mantener la movilidad de los dedos de las manos, padecer dolores constantes, perder movilidad. Conlleva no poder abrir puertas, ni recoger objetos del suelo, ni encender la luz, evitar prácticamente cualquier contacto que pueda lacerar la delicada piel que se rompe por un trastorno genético hoy por hoy incurable.


Hay otros efectos que no están clínicamente contemplados, por ejemplo, el tener que dar continuas explicaciones ante desconocidos cada vez que se pone un pie en la calle, sentado en una silla de ruedas, vendadas las extremidades del cuerpo, y que, pese a la buena intención, hacen sentir a los pacientes "más enfermos que personas"



Markel ha conseguido confundirse con la normalidad gracias a la llegada de 'Antxoa', convertida en el nuevo centro de atención del que tanto ha rehuído este niño de once años de Urretxu. "Markel ha ganado de forma inmediata en autoestima, en seguridad, en alegría. Significa mucho que cuando pasee le pregunten por su perra y no por sus manos, porque él se siente útil como responsable del animal. Es una buena terapia" dice Saioa madre del pequeño.


La misión de este can de la raza labradora Retriever es la de mejorar la calidad de vida del niño. Ayudarle a encender y apagar las luces, a abrir cajones, a desvestirse, a portar objetos... Pero la propia convivencia con el animal ha resultado terapéutica. "Antxoa no es solo un perro, le ha dado una nueva vida a Markel", agradece su madre.



Atentos a cualquier nueva terapia que les pudiera aliviar la pesada lucha contra la enfermedad, hace dos años Saioa y Markel saltaron del sofá cuando en la pantalla de la tele apareció un perro guía, que asistía en las tareas cotidianas a una persona discapacitada. "Era un vídeo de demostración y se nos iluminó la cara. Llamamos al minuto", cuenta ella. Al otro lado del teléfono respondió la fundación Bocalan, que estrena delegación en el País Vasco y Navarra, de la que es parte fundamental la familia López Arrizabalaga.



Creada en 1990, la fundación se ha especializado en el entrenamiento de perros de asistencia, una especie de perros lazarillos pero para personas discapacitadas. Markel, que necesita una silla de ruedas para sus desplazamientos diarios, recibe hoy de forma oficial a su perro guardián, de la mano de los responsables de la fundación que a mediodía estarán en el Ayuntamiento de Urretxu.
La familia está aprendiendo a convivir con el animal y éste, a entender las órdenes de Markel. "La perrita llega ya adiestrada con ciertas habilidades básicas, pero luego cada usuario puede enseñarle otras más específicas", dice Saioa. 





Esa fase de acoplamiento empezó en agosto en la sede de la fundación en Madrid, adonde Markel y su madre se desplazaron durante una semana. Ese mismo mes el animal se acopló a la vida familiar en Urretxu. Es un trabajo progresivo. 


Estamos encantados. Ante todo, la fundación nos ha recalcado que para que el perro esté bien con el niño, tiene que estar bien el animal. El niño está aprendiendo a respetarle y a cuidarle. Es una relación bonita para ellos. No es una máquina a la que se le dé en un botón y funcione».


El peto (pechera) de "trabajo"



Antxoa no se separa de Markel, pero no "trabaja" las 24 horas al día, aclara Saioa, porque, al fin y al cabo, no deja de ser un perro. "Sabe distinguir perfectamente. Cuando se pone el peto (pechera) de trabajo, ejerce de perro guía, y cuando se lo quitamos, es un perro como otro cualquiera". 



Todavía no acompaña a Markel a la ikastola de Urretxu donde estudia, pero será uno de los siguientes pasos a dar. Sí ha viajado (y mucho) con la familia. A Madrid para las visitas a la Fundación y al hospital Vall d'Hebron de Barcelona, donde pasa consulta el niño con especialistas en su dolencia, una enfermedad rara que impide que se unan la dermis y la epidermis de su cuerpo, de modo que su piel se rompe casi con cualquier contacto, lo que le produce ampollas, no sólo por fuera, también por dentro, en el esófago o el intestino.

Una docena de personas en Euskadi sufre la misma enfermedad, unas 250 en España, la mayoría asociadas a Debra, la asociación de enfermos de epidermolisis bullosa (www.debra.es). Markel y Saioa quieren demostrar ahora que, aunque la dolencia no desaparecerá, con la ayuda de Antxoa sí sonreirán mucho más.

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